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lunes, 18 de marzo de 2013

Lo siento.

Lo siento por quien me leyera pero cuando algo va mal hay que saber parar a tiempo, y a esta historia le falta originalidad.

lunes, 25 de febrero de 2013

Capítulo 9

Neit obsevó a Kora a la luz de la hoguera, estaba preciosa.
La morkia que los había abordado en la plaza, Ashta, los había conducido por el bosque hasta una estrecha gruta, una vez allí gatearon por el tunel que, a su vez, se dividía en millones de pequeños caminos. No sabría decir cuanto rato estuvieron andando a oscuras pero, cuando salieron, ya era de noche en la extraña tierra en la que se encontraban.
Los árboles tenían hojas de mil colores; las flores, de diversas foras, desprendían olores nuevos y exóticos. A Neit le llamó la atención que todas fueran blancas pero, aun así, eran las más bonitas que había visto nunca.
Ashta les había contado que el "rey", en realidad, se llamaba Fabian y que era uno de los magos más poderosos. Hacía dieciséis años, el día en que la princesa nació, alguien irrumpió en el castillo. No le acompañaba nungún ejército, no parecía un hombre fuerte, ni siquiera portaba un arma, mas solo con levantar la mano todos los humanos del castillo se convirtieron en piedra. Todos, excepto sus majestades.
Por aquel entonces había morkias trabajando en el castillo. Eran de un clan distinto, de piel vieoleta. Eran muy tranquilos y les gustaba cuidar de los demás pero cuando la persona de la que cuidaban se veía amenazada, luchaban hasta la muerte si era necesario.
Fabian extinguió este clan.. Es por eso que dese entonces los morkias no se relacioinan con los humanos frecuentemente.
Cuando el mago llegó a los aposentos de la reina, esta tenía un precioso bebé en sys manos, aun no había abierto los ojos. Una morkia azul que había acudido para ayudar a las suyas, contempló anonadada como su majestad soltaba a la criaturra en la cuna, como se volvió hacia el invasor con una daga en la mana, como este sonrió pensando que pretendía defenderse y, finalmente, como clavaba la daga en su propio corazón.
La reina murió en el acto y el rey fue encerrado en una mazmorra oculta mágicamente. El nuevo monarca sustituyó la imagen del verdadero por la suya en las mentes del pueblo, olvidandose de las mokias. Una vez hubo acabado se inclinó sobre la cuna y la pequeña abrió los ojos. Unos ojos rojos como la sangre que perseguirían a Fabian en sus pesadillas durante mucho tiempo.
-Esos ojos son la prueba, querida - había dicho la morkia .- Tu madre era una poderosa hechicera, no lo suficiente como para vencerle pero si para protegerte de él. El día que cumplas diecisiete años, el hechizo se romperá liberando un inmenso torrente mágico que acabará con su vida...y con la tuya.
Tras decir estas palabras los primeros rayos del sol alcanzaron el claro y las extrañas flores blancas se tiñeron de rojo sangre. Ashta al ver que la princesa las miraba dijo:
- Obsequio de tu madre, querida.
Kora se estremeció y sintió a Neit a su lado, abrazándola con ademán protector.

viernes, 25 de enero de 2013

Capítulo 8

Gresh salió de golpe del trance en el que se había sumido conel hechizo de recuperación. Solo un peligro inmediato sería capaz de romper el encantamiento. Su hermano estaba a punto de llegar.
Recorrió el terreno con sus ojos azules ¿por dónde vendría Seft? Se concentró en el vínculo que lo unía a su gemelo, lo notaba cada vez más fuerte. Sí, ahí estaba, a diez minutos por el norte.
Despertó a Mess e hizo que escalara lo más alto que pudiera al árbol que los había cobijado en sus raices.
Mess prometió que no bajaría pasara lo que pasase pero si su salvador estaba en peligro no pensaba quedarse mirando como moría.
Seft entró en el claro con paso tranquilo pero decidido, ya sabía que lo estaban esperando.
Estudió a su hermano con una mirada recelosa, entornando un poco sus fríos ojos azules. Gresh se la devolvió mas la suya fue una mirada esperanzada, deseosa de arreglar las cosas sin necesidad de pelear. Típico de Gresh, se dijo. Podían ser iguales por fuera pero sus persoalidades eran totalmente opuestas.
-Diría que me alegro de verte pero mamá solía decir que no debemos mentir. - dijo Seft, tiñiendo de un matiz burlón su impasible tono de voz.
-Terminemos esto de una vez. - respondió Gresh con resignación.
Seft esbozó una sonrisa de superioridad.
Se observaron mútuamente mientras preparaban sus hechizos.  Gresh llevaba tiempo pensando en los que podía usar pero ninguno lograría rozar a Seft, igual que los de Seft no lograrían rozarlo a él. Solo había una posibilidad, era peligroso. Si no lo controlaba bien o expulsaba más magia de la cuenta podría morir y, de paso, destruirlo todo a veinte kilómetros a la redonda.
No tenía elección.
Estaban el uno frente al otro, como si se estuvieran reflejando en un espejo. Los mismos ojos penetrantes, el mismo pelo revuelto, el mismo rostro serio e incluso la misma pose.
Gresh dedicó un último pensamiento a su hermano. No volvería a verlo después de aquello bien porque lo mataría o bien porque él mismo staría muerto.
Sus voces eran un susurro apenas audible que recitaban una retaila de palabras intangibles. Léntamente levantaron los brazos, casi a la vez. No se dieron cuenta de que estaban realizando el mismo hechizo hasta que el primer torrente de magia chocó. De sus manos brotó una luz de extraño color, cuando se encontraron una especie de pared de cristal apareció entre los dos rayos.
El sudor perlaba sus frentes, sus respiraciones esaban agitadas. La fría expresión de Seft, normálmente imperturbable, se había contraido en una mueca de dolor, al igual que la de su hermano. Sus labios continuaban recitando, llegados a este punto no podían parar. Comenzaron a ivocar a los elementos.
Fuego; un círculo de altas llamas los rodeó.
Aire; un fuerte viento avivó la hoguera convitiéndola en un tornado ardiente.
Tierra; decenas de raíces salían de la nada y comenzaban a trepar por sus piernas.
Agua; la magia se le escapaba, el hielo comenzó a inmovilizar a Gresh.
Una explosión, un grito, ¡Mess!, y después oscuridad. Seft había ganado.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Capítulo 7

"Madre de sangre derramada
que portan ahora reales ojos sin miedo,
quien ose regalar una daga
a dicha princesa de hielo
será su legítimo dueño.
Tras descubrir el engaño
romperá el oro del reo
y, en una noche sin luna,
clamará venganza
por sus padres, por su reino.
Logrará su propósito mas morirá
junto al enemigo 
que caido y humillado
no será más que un mendigo"

Esto decía el pergamino que Kora y Neit entregaron al rey de Nourrat. 
El monarca acarició su mentón pensativo. Un sudor frío perlaba su frente y parte de su calva. Sus ojos azules revisaban el texto una y otra vez. 
La princesa y su compañero se hallaban sentados en un comodo sofá. Estaban en el salón privado del rey.
Cuatro enormes ventanales sin cortinas mostraban el lindo paisaje. El suelo era de un marmol blanco tan cristalino que podían verse reflejados. Neit nunca había visto tanto lujo, las lámparas de araña, los tapices en las paredes, el ajedrez de oro y cristal que se sostenía frente a ellos sin soporte alguno. La magia flotaba en el ambiente.
Kora, sin embargo, estaba en su terreno, además su castillo era igual o más lujoso que este.. Perp ¿que estaban haciendo? Sus vidas podían estar en juego, no había tiempo para pensamientos absurdos.
-Lo siento, no puedo ayudaros.- cuando por fin su tío habló Kora no sabía de que se sorprendía. Cuándo su madre se casó y se dividieron los reinos perdieron cualquier tipo de contacto. - Debéis marcharos.
El rey hablaba nervioso, demasiado pensó Neit. Iba a preguntar cuando les devolvió el pergamino e hizo que un soldado los escoltara hasta la salida. Todo era demasiado extraño.
-Una actuación maravillosa.- dijo una voz femenina melosa y sugerente.
Mireya salio de la nada se acercó al rey insinuante.
-Yo he cumplido, devuélvemela.- dijo él con voz alta pero temblorosa. Se notaba la angustia que sentía, el dolor se reflejada en sus ojos.
La dama blanca exageró un gesto de aburrimiento torciendo sus perfectas facciones a la vez que suspiraba. 
Comenzó a hacerse cada vez más tranlúcida hasta que desapareció, el monarca aún pudo escuchar su voz impasible: "Recuerda a que mando te coviene servir, majesta." Puso un tono burlón en la última palabra y terminó de desvanecerse dejando en el aire una risa inocente y cantarina.
El rey quedó solo por un momento y un instante despues apareció ante el. Era una muchacha de no más de veinte años, vestia el uniforme de criada. Sus cabellos castaños despeinados, sus ojos oscuros derramando lágrimas, las cuerdas que le ataban las manos, la mordaza que apenas la dejaba respirar conformaban una escena desoladora que rompió el corazón del rey, fue corriendo hacia ella, la despojó de sus ataduras y allí, señor y doncella se fundieron en un largo abrazo.

Mientras tanto Neit y Kora se encaminaban hacia el puente levadizo. Estaban cruzando el enorme patio que  bullía de actividad. 
-¿No te ha parecido extraño?- preguntó Neit hablando por primera vez cuando por fin salieron de palacio.
-¿El qué?-dijo Kora intrigada mientras acariciaba el cuello del caballo.
- Parece mentira que no te hayas dado cuenta. Estaba demasiado nervioso, oculta algo.
La princesa iba a contestar pero alguien les abordó cortándoles el paso.
Era una...¡morkia! Esta era igual de alta que un humano de estatura media, sus facciones eran suaves y delicadas mas sus ojos eran fríos e inquisitivos. Su piel era tersa y lisa, de un celeste uniforme y el pelo de un tono más claro caía hasta la mitad de su espalda.
-Yo si que puedo ayudaros.- dijo enigmáticamente.
Eran criaturas del bosque. Una raza unicamente formada por mujeres.  
Solían esconderse muy bien ya que no confiaban en los humanos. Se dividían en cuatro clanes diferenciados por los colores de su piel. El clan rojo se encargaba de la vigilancia; el verde, del comercio; el morado, de la política; esta era azul, el clan encargado de la defensa. Eran los más poderosos.
  El clan azul no utilizaba ropa, decían que era incómoda para luchar. 
Kora y Neit quedaron pasmados ¿que interés podría tener una de las criaturas más poderosas en ayudarles?
-Me llamo Ashta, encantada.- dijo con un extraño hacento mientras les tendía la mano.

Al mismo tiempo no muy lejos de alli, Gresh y Mess sentían la presencia de Seft cada vez más cerca. 
No habían dejado de caminar desde la noche anterior, estaban agotados. Gresh podría usar la magia pero con ello solo conseguiría delatar su posición. Conocía hechizos que evitaban esto pero no servirían con su hermano, ni la más poderosa de las brujerías sería capaz de romper el vínculo que unía a los gemelos.
Por suerte ya sabían con seguridad hacía donde dirigirse, Nourrat. Todo apuntaba a que la princesa había ido hasta allí. Solo esperaban llegar a tiempo antes de que se marchara otra vez.
Mess se había rendido hacía un rato, sus pies no le respondían por lo que Gresh se había ofrecido a llevarla sobre su espalda y ella se había quedado dormida.
El bosque era agobiante, miles de árboles, ramas, raices, arbustos... cada vez se complicaba más el camino.
De pronto el mago frenó en seco y puso sus sentidos alerta. Sintió a su hermano a una hora de allí. Si seguían huyendo los alcanzaría tarde o temprano y él no tendría fuerzas para luchar. Estaba decidido, se quedaría esperandolo, reponiendo fuerzas para resolver de una vez por todas el asunto. No quiso preocupar a Mess así que buscó un gran árbol de enormes raices y se acomodó junto a ella. 
Su corazón se aceleraba a la par que se acercaba el momento.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Capítulo 6

"...una noche sin luna".
 Apenas restaban veintiocho días para poder comprobar hasta que punto era cierta la profecía, aunque a estas alturas era absurdo no creer en ella. Tal como Mireya había dicho todo se estaba cumpliendo paso a paso. Debía encontrar a Mess antes de dieciséis días, el plan acordado para vencer requería de doce días.
La cabeza del rey era un hervidero de  preguntas ¿dónde? ¿cuándo? ¿cómo? ¿por qué? Eran demasiadas.
Se encontraba en la plataforma de almenas de la más alta de las doce torres que conformaban el enorme castillo. Miraba al cielo pensativo. La luna estaba creciente y presidía un hermoso cielo despejado iluminado por miles de estrellas.
Estaba sumergido en sus pensamientos cuando la puerta se abrió lentamente. Mireya, tan bella como siempre, entró con su gracia natural envuelta en su capa negra.
-Fabian deberíais dormir.- dijo melosa mientras acariciaba la nuca del rey, que había girado de nuevo su cabeza hacía el paisaje que se extendía a sus pies.
Fabian se estremeció y disfrutó de aquella muestra de cariño.
El rey rodeó la cintura de la dama con el brazo y la atrajo hasta dejarla a su altura. Acarició su mejilla con la mano que le quedaba libre y la besó. Cuando se separaron los dos sonreían y se miraban como dos adolescentes enamorados.

 Kora se despertó de nuevo por una pesadilla, estaba asustada más pronto se dio cuenta de que no había ningún peligro. Se encontraba en brazos de Neit, en el mismo claro donde habían decidido acampar.
-Tranquila princesa, ha sido una pesadilla, solo eso.- Neit estaba allí, con ella. Kora intentó calmar su respiración agitada. Él la abrazaba por detras y depositaba pequeños besos en su hombro. Era tan adorable...
-Lo siento, te he despertado.- dijo ella con una tímida sonrisa de disculpa.
-No es culpa tuya, además estaba despierto.- contestó tan amable como siempre.- Aún quedan unas horas para el amanecer, sigue durmiendo renacuaja.
Kora no pudo dejar escapar una carcajada, desde que conoció a Neit y este se enteró de que era dos semanas mayor la llamaba así. No se lo había vuelto a decir desde que se separaron.
Neit se volvió a tumbar sin dejar de abrazar a Kora por lo que la arrastró con él. Ella se acomodó en su pecho, la tranquilizaba el ritmo acompasado de su corazón, la calidez de sus brazos, la manera en que le acariciaba el pelo. Debía dejar de pensar así, lo sabía, pero simplemente no quería hacerlo.
Cuando volvió a despertar se llevó un susto de muerte, Neit no estaba a su lado y después de tanta pesadilla solo se le ocurría pensar que le hubiera pasado algo malo.
-Buenos días, princesa.- escuchar su voz le quitó un gran peso de encima, lo encontró de pie frente a ella ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse.
-Aclárate, ¿princesa o renacuaja?- dijo burlona mientras agarraba la mano que este le tendía.
-Pensé que seguías siendo mi princesa y no debía tomarme confianzas.-contestó Neit sagaz haciendo alusión a la conversación que mantuvieron el primer día de su aventura.
Kora sonrió.
-Creo que a estás alturas hay más que confianza.
-Te tomo la palabra, renacuaja.
Kora sonrió de nuevo y subió al caballo que Neit se había tomado la molestia de preparar. El muchacho montó tras ella y rodeó su cintura. Emprendieron de nuevo  el camino, llegarían a Norruat antes de que cayera la noche.

Habían decidido hacer un alto en el camino al lado de un pequeño lago que encontraron en medio del bosque. Mess necesitaba tomar un baño así que Gresh se alejó para dejarle intimidad.
Mess se sentía genial en el agua, podía pasar horas y horas dentro de ella. Volvió a sumergirse una vez más, la última se dijo. Abrió los ojos y apreció el fondo del lago, las algas, los peces, los insectos parecían llevar la vida apacible que ella hubiera deseado. Sonrió y batió la cola impulsándose hacia adelante. Era una preciosa cola de escamas plateadas. Le salía desde debajo del ombligo y ocupaba el espacio donde deberían estar sus piernas.
En su cuello, por debajo de las orejas dos branquias, una a cada lado, le permitían respirar. Su pelo ondeaba a su alrededor. Hizo una voltereta hacia atrás arqueando su torso desnudo y volvió a salir a la superficie.
De un impulso con su cola salió y quedó sentada en la pequeña pasarela de madera que llegaba hasta el agua. Puso su mano donde antes estuvieron su piernas y estas volvieron a aparecer. Ahora que lo pensaba, quizás la habían capturado porque conocían su secreto. Pero...no, era imposible. Se lió en la manta para secarse y se vistió de nuevo. Más alegre y relajada se adentro en el bosque en busca de su nuevo compañero.
Lo encontró no muy lejos. Estaba en un claro, en el centro había una hoguera bastante reciente y Gresh inspeccionaba unas huellas de caballo, frescas también.
-Estamos cerca, los alcanzaremos pronto.- dijo girando sobre sus talones con una enigmática sonrisa en el rostro.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Capítulo 5

"...será su legítimo dueño"
Neit no terminaba de entender esta parte de la profecía por más vueltas que le daba.
Acababan de llegar a un pueblecito perdido en las montañas. Como Kora había cogido algo de dinero antes de salir del castillo decidieron hacer algunas compras. Primero fueron a la herrería y encargaron dos espadas que recogerían al día siguiente. También necesitaban un caballo, si el rey había mandado a alguien para buscarles no tardaría en alcanzarlos. En el mercado se arrendaron víveres para el viaje, aún les faltaban al menos tres semanas de camino hasta Nourrat.
Se les hizo tarde y, como aún tenían dinero, decidieron pasar la noche en la posada. Sin embargo, solo pagaron por una habitación, debían ser previsores.
El dormitorio consistía en una cama y un armario, un mueble en frente del otro en un espacio agobiante y reducido. Una pequeña ventana les mostraba el cielo estrellado.
Los dos se acostaron, lo más alejados el uno del otro como la cama les permitía, e intentaron dormir.

-¡Neit! ¡Neit!- el chico entreabrió los ojos al despertarse por los zarandeos de Kora.- Vamos, tenemos que marcharnos, abajo hay un hombre que pregunta por nosotros. Porta el estandarte real.
Neit se despejó de golpe, debían huir. Recogieron sus pertenencias, las cuales cabían y un solo zurrón, y las provisiones que compraron en el mercado.
Iban a salir por la puerta pero escucharon uno pasos. Oh, no. Los habían encontrado, estaban perdidos. Les hubiera gustado una aventura algo más larga, la verdad. y
Pero ¿que estaban pensando? Aún tenían posibilidades, Kora acababa de detener su mirada nerviosa en el pequeño ventanal de la pared.
Estaban en el primer piso así que no les costó bajar. Una vez allí se deslizaron hasta el establo y buscaron su caballo. Era un caballo negro, altivo y orgulloso. Nadie había sabido dominarlo nunca por lo que les había salido bastante barato, esto no les preocupaba, el caballo había congeniado con Kora desde el primer momento.
- ¿Qué estás haciendo? - preguntó Kora entre susurros, al ver que Neit pretendía dirigir el caballo.- No puedes manejarlo en tu estado, déjame a mi.
No tenían tiempo de discutir por lo que no replico y dejo que la princesa subiera primero. Él rodeo la cintura de su compañera con los brazos, deposito un suave beso en su nuca para infundirle ánimos y comenzaron a cabalgar.
No vieron a nadie seguirle pero, por si acaso, no dejaron de moverse en toda la noche. No fue buena idea la de pasar la noche en la posada, de no ser porque Kora se despertó a causa de una pesadilla no habrían podido huir.

Mess no terminaba de creer lo que le decía ese tal Gresh. ¿Y si era el mismo mago que la había torturado? ¿Y si solo quería seguir haciéndola sufrir? Aunque eso no tenía mucho sentido, ¿para que jugarse la vida si ya la tenía a sus pies?
En fin, no le quedaba otra más que creer al que parecía ser su salvador.
La verdad es que su presencia la calmaba, sentía que a su lado nada malo le volvería a pasar. Era igual que Seft pero el gesto amable de su rostro, su sonrisa tranquilizadora y su personalidad protectora marcaban la diferencia. Su hermano era frío e impasible. Parecía no tener corazón.
Gresh le había contado que en realidad el también es un mago de los cuatro elementos. Al nacer gemelos el poder se duplico mas él tuvo que guardarlo en secreto mientras Seft se entrenaba y mejoraba día a día.
Gresh siempre había sido más despreocupado y liberal, se revelaba contra todo que fuera en contra de sus principios; Seft por el contrario acataba órdenes sin rechistar, de quien fuera, hacía su trabajo y seguía avanzando sin pararse a pensar en la gente que quedaba aplastada bajo sus pies.
También le había contado que el rey no era el verdadero rey aunque no había dado más detalles.
Estaba muy confusa, no sabía que pensar.
Tras contarle la historia Gresh hizo un pequeño equipaje y dejó a Mess un vestido de su madre para que se pudiera cambiar, ya que el suyo estaba roto y sucio.
-Venga rápido- dijo el hechicero con voz nerviosa.- Seguro que mi hermano ya ha empezado a buscarnos.
-¿Tu hermano? No se si lo que me has contado es verdad pero es tu familia, no te hará ningun daño.-dijo Mess y se arrepintió al ver la punzada de dolor que cruzaba el rostro de su compañero. Ahora estaba casi segura, Gresh decía la verdad.
-Vamos- la agarró del brazo y tiró de ella para que lo siguiera. Su mirada se había vuelto dura y cortante, no admitía réplica.

Seft recorría los pasillos del enorme palacio real. Llegó hasta la puerta y cruzó el patio. El patio estaba rodeado por las habitaciones de los empleados, la panadería y la herrería. Llegó al puente levadizo y se alzaron las rejas, salió y se dirigió a la armería de hechicería.
La armería mágica al igual que la zona de entrenamiento de magos estaba totalmente escondida ante la mirada de cualquier mortal.
Se adentró en el bosque y cuando se cercioró de que no había nadie cerca alzó la mano derecha, su palma se ilumino levemente durante un instante y Seft desapareció.
La sala de entrenamiento no era una "sala" exactamente. Cada mago tenía su propio entrenamiento personalizado por así decirlo.
Cuándo cruzaban la puerta se encontraban solos en un "espacio" sin nada y practicaban, practicaban hasta el agotamiento pues mientras estaban dentro se paraba el tiempo. Cuando salían todo estaba tal como lo dejaron, el tiempo se reanudaba para ellos.
Una vez dentro debía concentrarse y visualizar la armería. Le sorprendió no haber podido hacerlo a la primera. Gresh había conseguido sacarlo de sus casillas pero ya estaba harto de salvarlo de todos los líos en los que se metía. Esta vez se las iba devolver, iba a pagar por su crimen y él por fin tendría el poder completo. Sería el mejor mago, el más poderos, sería invencible, sería inmortal. Nadie volvería a aprovecharse de él y él no tendría que obedecer a nadie nunca más.

Cuando el sol comenzó a asomar entre las montañas y el cielo se tiñó de tonos morados dejaron de cabalgar. Pararon en un pequeño claro al lado de un manantial, estaban exhaustos y doloridos por la carrera. Desmontaron con cuidado y Kora guió al animal hasta el agua, el era el que más merecía el descanso. Ató la brida a una rama y sentó bajo un árbol junto a Neit.
Neit la rodeó por los hombros en ademán protector, ella apoyó la cabeza en su pecho, él acarició su pelo enmarañado y depositó un suave beso en él antes de caer rendidos por el sueño.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Capítulo 4

Al tercer día, gracias a las curas de Kora, las heridas de Neit estaban mucho mejor por lo que emprendieron su viaje. Un viaje sin rumbo del que no sabían el final.
Sabían que debían buscar pero la pregunta era ¿por dónde empezar? No tenían muchas pistas, por no decir ninguna.
Tras hablar sobre ello largo y tendido habían decidido ir hasta Nourrat, uno de los reinos del norte que estaba gobernado por el tío de Kora, hermano de su madre.
"...madre de sangre derramada que portan ahora reales ojos sin miedo..."
Con ese pensamiento Kora vovió a tranquilizarse diciendose que iban por el camino correcto.
Neit, sin embargo, no estaba tan convencido. Si de algo se caracterizaban las profecías era de ser engañosas, además le parecía absurdo el simple hecho de tener que obecer a un papel pero su princesa mandaba y el debía acatar las órdenes y callar.
A medio día decidieron  parar en una pequeña explanada, almorzaron algunas frutas silvestres, Neit estaba exausto y se quedó allí descansando mientras Kora iba a cazar algo.

Se había encaramado a un árbol, la verdad es que para ser princesa era bastante ágil. Debido a su condición había tenido que aprender a defenderse, ya que siendo la hija única del reino más envidiado más de uno intentaría secuestrarla o matarla para lograr el trono.
Quería concentrarse en su labor pero sus pensamientos estaban en un claro del bosque con él.
Un ruído entre la espesura la hizo volver a la realidad. ¡Genial, un jadu! Si lo cazaba tendrían provisiones para varios días.
Los jadus eran unos animales bastante corpulentos pero su tamaño engañaba. Era muy fáciles de cazar.
Sus siete patas peludas le entorpecían a la hora de correr. Podían ser de mil colores, este que Kora había avistado era rojo ido.
Como había pensado no le costo mucho trabajo, bastó con una simple trampa, lo cargó a su espalda y volvió.
Ya había oscurecido cuando llegó, su compañero habia encendido una fogata. A la luz del fuego se le veía tan...¡Pero que estaba pensando! No había tiempo de enamoramientos adolescentes.
Despellejaron  la presa y la cortaron en trozos, cogieron dos, guardaron los otros y pusieron su cena a la lumbre.
Era extraño, cualquiera estaría triste después de abandonar su hogar y de enterarse que su vida ha sido una mentira pero la sonrisa de Neit, su energía y sus ojos risueños le hacían olvidar que probablemente no tardarían en morir.

Como el día anterior vió la puerta de su celda abrirse de nuevo, no lo soportaría otra vez.
Su angustia aumentaba a medida que el mago se acercaba a ella. Iba a rogarle clemencia cuandoel muchacho se llevo un dedo a los labios indicando que se callara, acto seguido se agachó y quedó frente a ella.
-Voy a sacarte de aquí.- dijo ante la mirada de incredulidad que le dirigió la prisionera. Rozó las cadenas con el dedo y estas se abrieron sin hacer ruido alguno.
Le aferró la mano pero ella no tenía fuerzas para ponerse en pie asi que la cogió en brazos y se encaminó hacia la salida. Fuera todos los guardias dormían por lo se relajó un poco pero seguía preguntandose ¿que habría hecho cambiar de opinión a su impasible torturador?  Antes de perder el sentido pudo la palma de la mano del hechicero posandose en su frente y la sonrisa tranquilizadora que este le brindó.

Abrió lentamente los ojos, esperaba haberlo soñado todo presa del delirio, esperaba volver a sentir el dolor de sus muñecas a causa de las cadenas, volver a sentir el frío suelo de piedra en su piel. Sin embargo, despertó en una cama caliente, estaba en una pequeña habitación de paderes, suelo y techo de madera. La cama esta recogida en un ricón y en frente una humeante chimenea contribuía a ese toque hogareño tan agradable. Se incorporó retirando las sábanas y se miro maravillada, todas sus heridas habían desaparecido.
Iba a salir de la cama cuando alguien entro en la sala. Era....¡el mago! La había salvaedo pero no podía olvidar que también la había torturado apenas unas horas antes.
-Vaya, ya has despertado.-dijo con voz amable y esa sonrisa amable en los labios ¿Cómo te encuentras Mess? Era Mess ¿no?
Mess se había quedado sin habla, no era posible tal cambio de actitud en tan poco tiempo. El chico notó su temor agachó la cabeza, la miró alzando la vista y dijo:
-Lo siento, suele pasar, me llamo Gresh pero no soy quien tu piensas. Soy su hermano.

-¡Tu hermano!- el rey paseaba de un lado a otro por la sala del trono.- Seft confio en ti y siempre me has sido fiel. Ahora más que nunca quiero que me demuestres cuan sincera es tu lealtad. Quiero a la prisionera de vuelta y la cabeza de Gesh.
Seft vaciló por un momento, seguía con la rodilla hincada en el suelo, un sudor frío le recorría la espalda. No, fuera su hermano o no, había incumplido la ley.
Se levanto despacio y, aún con la cabeza baja en gesto de sumisión, asintió y salió de la sala.
Una vez se hubo cerrado la puerta una risa cantarina e inocente rompió el silencio.
-Parece que esto se pone interesante.- Mireya se acerco al rey juguetona y no se amilanoó cuando este le dirigió una mirada asesina.

Kora tiritó sin poder evitarlo, se estaba quedando helada. El fuego se había apagado y no habían sido capaces de encender otro. Hacía rato que habían decidido irse a dormir pero al parecer ninguno era capaz de hacerlo.
Sin previo aviso Neit se giró hacia Kora y la abrazópor la espalda rodeando su cintura. La princesa iba a protestar pero su calor la reconfortaba y el también estaba temblando. No le quedaba otra, se dijo, además no le incomodaba. Se acurrucó contra su pecho y tomó la mano que la rodeaba. Sonrió cuando Neit deposito un suave beso en su nuca.Y así los dos se quedaron dormidos recuperando fuerzas para continuar su aventura.